martes, 1 de mayo de 2018

Oscuridad


Esa oscuridad siempre estuvo ahí, una oscuridad que nadie ve y que nadie espera… quién se lo esperaría de la chica que siempre sonríe, ilusa y despistada…
Esa oscuridad parece no estar, pero siempre se queda en un rincón al acecho… Esperando la oportunidad para inundarme en un mar de dudas cuando me siento sola, cuando me miro al espejo contantemente y llega el día en que detesto seguir viéndome así, en que siento que mi fuerza de voluntad no es bastante fuerte para vencerme a mí misma.
Entonces el odio renace, me vuelvo sombría, me paso los días deambulando, vagando sin encontrarle sentido a nada, andando sin ganas de caminar, sumiéndome en esa oscuridad…
Oscuridad que poco a poco me atrae… me susurra que a su lado la vida será más fácil…
Y en realidad es todo lo contrario… Sé que lloraré hasta que no queden lágrimas para derramar, sé que me quedaré ahogándome en una esquina, me esconderé cada vez que el dolor me invada y querré huir sin mirar atrás…
Sé que me llamará la idea de escoger la puerta equivocada, la que abre el hogar de las vidas vacías, de los sueños rotos, de los gritos que sólo yo puedo escuchar, de las falsas alas que no te hacen volar, de los cristales esparcidos por el suelo, de los desastres que nunca se arreglaron, de las rosas sin pétalos… dónde la luna llora cada noche.
Pero sé que allí podría esconderme eternamente si yo quisiera, podría abrir esa puerta y cerrarla para siempre; mintiéndome al pensar que nadie se acordará de mí, que podré olvidar, que es mejor vivir así, que allí nadie me dañará y yo no dañaré a nadie.
Muchas veces he estado a punto de entrar en ese lugar, incluso alguna vez abrí la puerta y estuve a punto de dar el paso para entrar en el principio del fin. Pero al final nunca lo hice… Nunca lo hago… porque siempre hay algo que me lo impide y cierra la puerta.
Y de repente abro los ojos y me despierto en mi cama, como si nada. Es un nuevo mañana, un nuevo día para levantarse y empezar de cero.
Aunque nunca es verdad que sea de cero.
Siempre hago como si lo ocurrido no hubiera pasado, finjo ante los demás y ante mí misma que la tormenta no existió o que sólo fue un bajón, y sin embargo… Lo recuerdo todo, cada instante hasta el último… Cada sollozo y cada grito de desesperación, ese odio que me consume, esos ojos llenos de sufrimiento, esa mirada pérdida, como caía y caía cada vez más bajo…
Siempre es distinto el cuándo y el por qué, pero siempre duele por igual…
Sí… esos recuerdos siempre van conmigo en un rincón de mi corazón junto a la oscuridad; que espera, una vez más, el momento de salir y recordarme lo mucho que me odio y que no merece la pena seguir…
Y yo sigo andando, superando obstáculos, avanzando, intentando no recordarlo, intentando que no me afecte, intentando ser cada día un poco más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario