miércoles, 17 de febrero de 2016

A pesar de todo



A veces conseguir lo que queremos es realmente difícil. Nos ponen miles de obstáculos que no siempre superamos, o tardamos mucho en ello. Sin embargo, nos empeñamos y estamos dispuestos a todo con tal de conseguir nuestro objetivo. Aunque lleve toda una vida en ello, aunque no haya nadie que nos apoye, ni si quiera nuestra propia familia.
A mí, mi familia nunca me ha apoyado en mi sueño, nunca…
Puedo contar con una mano las veces que recuerdo que mi padre haya ido a verme bailar por el mero de hecho de que no le gusta. Y por otro lado, mi madre que si ha ido a verme pero no en sí porque me apoyara y quisiera lo que yo quiero para mí misma.
Llevan toda la vida, desde que decidí que bailar era lo que quería hacer en mi vida, diciéndome que no conseguiré nada, que no llegaré a ser nadie en la vida, que acabaré limpiando casas o recogiendo limones… Empeñados en que tengo que hacer una carrera para encontrar un buen trabajo, que tengo que hacer lo que ellos no hicieron y lo que hace todo el mundo.
Pues yo no soy ellos ni todo el mundo. Yo soy yo, y tengo muy claro lo que quiero hacer, mis metas, mi camino. Por mucho que intenten hacerme cambiar de opinión. Desde que era una niña supe que lo mío era el baile y a pesar de todos los problemas que tenía día a día con mis padres, de no tener confianza con ellos y no tener su apoyo, iba a luchar.
Iba a por todas, y cuanto más me dijeran que no más ganas tenía de conseguirlo y demostrar que no tengo por qué estudiar o trabajar en algo que no me gusta, que los sueños se pueden cumplir si creemos de verdad en ellos.
Por qué cuantos más obstáculos me ponía la vida más razones tenía para llegar hasta la meta.
Pero aun así, es duro ver cómo los padres de tus amigos están a su lado, les apoyan, y confían en ellos… mientras tú tienes que luchar contra ellos porque no pueden o no quieren entender que es tu vida y no la suya. Todavía hoy día, habiendo logrado parte de mi sueño… siendo profesora y teniendo un grupo, siguen pensando que no me servirá de nada. Sobre todo mi padre, piensa que fracasaré, que por mucho que haga nunca será suficiente como para poder llegar a ganarme la vida bailando…
Aunque para él, nunca será suficiente…
Algún día, tarde o temprano, tendrá que abrir los ojos y darse cuenta de que jamás seré la hija modelo que le hubiera gustado, jamás cambiaré de idea, jamás dejaré de bailar… Y si no lo hace, algún día se arrepentirá de no haberlo hecho.
Así que yo sigo hacia delante, luchando por mi sueño, cada día un poco más cerca. No importa que no me apoyen, que no crean en mí. Yo estoy convencida de que lo lograré a pesar de todo.

sábado, 6 de febrero de 2016

Aprender



A veces desearía que las cosas fueran más fáciles…
Sí que es verdad que muchas veces somos nosotros mismos los que complicamos nuestras vidas, pero… Yo creo que es algo que no podemos evitar muchas veces, aun deseando que fuera al revés…
Hay que disfrutar la vida y no complicarse, y a la misma vez si todo es siempre alegría y diversión tu vida se vuelve una monotonía y no aprendes.
Porque cuando le damos vueltas a las cosas, aunque algunas veces no sirva para nada y se quede todo en dramatismo, de vez en cuando te das cuenta de muchas cosas que no veías.
Cosas por las que, sin querer, nos hacemos los ciegos y las dejamos a un lado como si no estuvieran…
Y eso puede estar bien por un tiempo, pero no siempre puede ser así…
Tarde o temprano hay que abrir los ojos y ser realista.
Aunque yo muchas veces lo llevo al extremo… No puedo evitar pensar en lo peor, en que puede pasar cualquier cosa, que todo puede cambiar en un momento y no acabar como tu esperabas.
Y cuando eso pasa y no te lo esperas porque tienes totalmente los ojos cerrados, caes en picado a un pozo sin fondo…
Yo lo sé, me ha pasado casi todas las veces que he estado enamorada… He sido una tonta, loca, ilusa, ciega…
En esos momentos, lo único bueno que puedes sacar es que aprendes la lección, te das cuenta que hay momentos en los que hay que dejar las cosas a un lado y ser ciegos, y otros en los que tienes que darte cuenta de la realidad en la que vives para no sufrir más de lo que uno se merece.
También es verdad, que yo cuento todo esto y después no sigo mis propios consejos… Antes me pasaba más que ahora, pero aún hoy día sigo tropezando con alguna piedra en el camino que no fue muy distinta de otras piedras anteriores.
Muchas veces, no aprendemos a la primera y acabamos pasando por lo mismo de distintas maneras repetidas veces… Hasta que algo dentro en nosotros hace “click”.
Y por otro lado, también elegimos alguna vez nosotros mismos cerrar los ojos por un tiempo, porque necesitamos descansar de la realidad, de la rutina, de los problemas… Sin embargo, cuando pasa eso, puede ser que sin darte cuenta estés huyendo de tu propia vida… Y eso no es bueno.
Nuestra vida podemos intentar cambiarla, mejorarla o empeorarla; pero nunca huir… porque si decides huir nunca vivirás, nunca te enamorarás, nunca lograrás tus sueños, te quedarás en el mismo punto de tu vida, a un lado de todo lo que pasa a tu alrededor… y todo por miedo a sufrir o a vivir sabiendo que hay cosas de la vida que no siempre nos gustan… escapando siempre de tu camino.
Por eso hay que saber cuándo abrir o cerrar los ojos, y eso es lo más complicado de aprender, es lo que la mayoría de los humanos no llegamos a aprender jamás por mucho que lo sepamos.